Bla, tic, bla, tac, bla


Hace meses que no escribo un texto largo (entre comillas) para este blog. Si bien este blog no es muy visitado, hay un pequeño número de personas que lo leen. Sin embargo, me doy cuenta que las últimas publicaciones han sido más simbólicas que de lectura. Y creo que es importante comunicarse aprovechando los espacios y medios que tenemos hoy en día.

Distinto es escribir en un blog sin saber quién es la persona que te lee, a conversar diariamente con el señor de la verdulería de la esquina, o conocer en el kiosco de la esquina, donde compras los diarios y revistas, a otro cliente y luego te cases con él, como hizo mi abuelo en su segundo matrimonio. Lo tengo claro, poco pedir escribiéndoles a ustedes, remitentes desconocidos, o conocidos, pero que casi no dejan huellas en este muro digital.

En eso estaría pensando el día que conocí a Margarita, la señorita que se encontraba perdida muy cerca de mi casa y a la que quise ayudar. Era verano, hora de almuerzo y varias personas transitaban con sus tenidas ligeras, en busca de ese plato de comida que los ayudaría a seguir hasta el final del día. Yo andaba en lo mismo, camino a casa para almorzar, cuando me fijé en esta chica parada en una esquina con la cabeza alzada. Le pregunté si estaba perdida y su cara de asombro se dio vuelta. Otra persona también se dio cuenta de que buscábamos una dirección, un motorista, y nos dijo en qué vereda debíamos buscar. Cruzamos la calle y ahí estaba el edificio, en Carmencita 25.

Margarita me dio a entender que no era una persona como cualquier otra desde antes que cruzáramos la calle, primero me preguntó cómo era que yo me había dado cuenta de que ella estaba perdida, y le respondí que yo había tenido la sensación de estar perdida muchas veces, y por eso había reconocido su pose en la calle. Luego, mientras cruzábamos la calle, una suave brisa nos pasó por encima, los árboles aletearon, y Margarita se puso a mirar el viento y me preguntó, ¿sentiste?, es una señal, dijo. Después me preguntó el signo zodiacal. Yo respondí sus preguntas y le dije que mi signo era de aire; el de ella también lo era. Nos paramos frente al edificio donde debía hacer su trámite, pero Margarita quería seguir conversando. Algunas de las tantas cosas que escuché ahí fueron sobre vivir en Maipú y almorzar en Las Condes, sobre su trabajo, su jefa escorpión, más signos zodiacales, sus relaciones pasadas, su hermana que decidió estudiar arte, de ajedrez, de sinfonías melancólicas, de instrumentos de cuerdas, en fin, de sentirse perdida. Le tuve que pedir que nos pusiéramos en la sombra porque me estaba quemando. Finalmente, le dije que tenía que seguir a mi casa, pero antes me pidió que intercambiáramos mails, hasta me hizo un dibujo en la libreta.

Llegué a mi casa pensando que, al parecer, conversar en la calle con un desconocido es un hábito provinciano que en Santiago, o en estos tiempos de redes sociales on line, se pone un poco extraño. Un hábito del que mi abuelo fue maestro: en saludar, en sonreír y en escuchar a otros no se hacía problemas.

7 comentarios en “Bla, tic, bla, tac, bla

  1. Hola, me han gustado tus publicaciones simbólicas, sobre todo la de la mujer pierna de perro o del perro con cola de cuerpo de mujer. Ciertamente las grandes ciudades tienen algo que hace sombra sobre la conversación sorpresiva. No tengo idea que es. No creo que sea sólo la desconfianza o el miedo, esa explicación es muy evidente. Somos gente menos interesada en hablar, por ende menos interesante que tu abuelo. Lo bueno es que heredaste su hábito.
    Saludos.

  2. BD,
    a veces las respuestas son tan evidentes como la cordillera.
    no creo que existan personas menos interesadas en hablar o en hacerse escuchar. yo, por ejemplo, no practico tanto la conversación, pero sí tengo este blog… aún así a veces salgo a la calle con el animo adecuado para encontrarme con personas como Margarita.

    gracias por escribir,
    slds.

  3. ¿Cuánto se podrá llegar a saber de un desconocido en un encuentro propiciado?.
    Salir con el «ánimo adecuado al encuentro».!! Que fantástico estado de ánimo.
    Te leo de atrás para adelante en fechas, jajaj.
    Hola Camila!

  4. Hola Camila, recién te estoy leyendo, formare parte de este pequeño grupo que dices, aunque han pasado 3 años, ya debes ser mas conocida… A veces es un tanto desagradable escuchar monólogos de extraños, sobretodo cuando vas en el metro y el ruido se hace insoportable. En las filas del banco también son recurrentes, sobretodo cuando hay temas en común, quejarse de todo.

    • Hola, Holden. Bienvenido. Hace poco vi una serie en que el protagonista, tb de nombre Holden, llegaba de manera muy poco usual a las personas que iba conociendo después de salir de la cárcel. Por otro lado, Ruiz hizo de esa manera de hablar por las ramas, fluida y sin escape para el auditor, una imagen con la cual casi todos podemos identificarnos. A Margarita le hablé por mail un par de veces después de conocerla, me imagino que debe estar constantemente conociendo distintas personas, saciando su zigzagueante curiosidad. Slds.

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